Mucho se puede contar acerca del Barrio de La Viña, y lo haremos desde las páginas de este blog, pero hoy nos referiremos a su emblema más representativo: la playa de La Caleta.
El Barrio de La Viña
Jaime Passola Jaúregui, en su libro “Cádiz, punta de Europa” narra lo siguiente: “Según documentos de la época, en el año 1686, una señora gaditana, Doña María de Peñalba, solicitó de la Autoridad Municipal que se le permitiera enajenar unos terrenos donde se encontraban plantadas unas viñas que eran conocidas con el nombre de villa de la Malabar, con la finalidad de instalar en ella una fábrica de hornos, para lo cual daba como compensación al Ayuntamiento dos mil ducados de vellón para el fondo de propios de la ciudad.”
Ya para la época, las familias principales y los comerciantes gaditanos se habían establecido en las inmediaciones del puerto de Cádiz, centro de la prosperidad económica derivada del comercio con las Indias. Los sectores populares, en su mayoría pescadores, no podían acceder a vivir en esa zona, así que encontraron lugar en las afueras de la ciudad y se instalaron frente a la playa de La Caleta, cercana a los mencionados cultivos de vides. Las viñas fueron desapareciendo a la vez que aumentaban los pobladores y para el siglo XVIII estaba consolidado un barrio que se llamó “Nuevo Mundo”. Calles y edificaciones continuaron su expansión y es entonces en el siglo XIX que pasa a ser llamado formalmente: Barrio de la Viña.
Este barrio, anclado en el suroeste de Cádiz, posee un encanto muy particular. Sus edificios son sencillos y hasta modestos, de pocas plantas, no más de tres o cuatro. Están diseminados en calles estrechas y empedradas plenas de una historia viva que atestigua La Caleta, que fue un puerto natural utilizado por fenicios, cartagineses y romanos.
Los dos Guardianes de la Caleta
Al lado de La Caleta está el Castillo de Santa Catalina, una fortificación construida a finales del siglo XVI, la arquitectura del castillo es muy original por su forma de estrella cuyas puntas enfilan hacia el mar. El fuerte cuenta con una capilla dedicada a Santa Catalina de Alejandría y a la Purísima Concepción, la cual se levantó en 1693. A mediados del siglo XVIII el castillo fue convertido en prisión. Actualmente es un centro cultural donde se realizan exposiciones, conciertos, talleres pedagógicos, artísticos y artesanales.
También en La Caleta se encuentra el Castillo de San Sebastián, una fortaleza construida sobre un islote a principios del siglo XVIII. En 1908 se levantó allí un Faro, sobre la base de una torre atalaya musulmana y en el 2015 las autoridades locales instalaron en sus espacios el Laboratorio de Investigación Marina de la Universidad de Cádiz.
Balneario de Nuestra Señora de la Palma y del Real
El Balneario de Nuestra Señora de la Palma y del Real constituye una imagen icónica de la ciudad de Cádiz y está situado justo frente a la playa de La Caleta. Esta edificación fue inaugurada en 1926, se utilizó inicialmente como balneario, luego como sede de una Escuela de Flechas Navales, y más adelante como lugar para festejos, pero se fue deteriorando con paso del tiempo, hasta que hace unas décadas la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía hizo los arreglos pertinentes para instalar allí el Centro de Arqueología Subacuática del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.
El Árbol del Mora
Otro de los lugares más emblemáticos del Barrio La Viña es el Árbol de Mora. En realidad se trata de dos árboles que crecieron uno pegado al otro. Fueron sembrados a principios del siglo XX justo frente a La Caleta. El nombre científico de estos árboles es “Ficus Macrophylla”, pero deben su nombre gaditano al Hospital de Mora, un edificio que existía donde actualmente está la Facultad de Empresariales de la UCA. La leyenda cuenta que dos monjas que iban a la India tuvieron que desembarcar en Cádiz porque una de ellas estaba gravemente enferma. Las religiosas llevaban en su equipaje diferentes semillas y algunas macetas con plantas para cultivar en su destino indio, pero visto que tuvieron que quedarse en Cádiz, decidieron sembrar frente a La Caleta estos dos ficus que crecieron juntos y enredaron sus ramas en un verde abrazo. Hoy son unos árboles inmensos, preciosos, de troncos gigantescos, con un diámetro de copas de casi 10 metros cada uno. Son imponentes y se han convertido en sitio obligatorio para tomarse fotos. De noche son iluminados por reflectores que les dan un aire mágico a su igualmente mágica corpulencia.
Por último, nadie puede perderse las puestas de sol en La Caleta. El mar y las nubes despiden -día a día- al astro mayor con una fiesta de colores y luces verdaderamente espectacular. Se trate de un día despejado o nublado, siempre es y siempre será un atardecer inolvidable.
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Muy buen artículo!
Espero que esta situación se termine rápido y podamos tener la oportunidad de conocer el barrio de la Viña y la Caleta.